Jesús Enrique Colombo tomó la alternativa en Acho con poca colaboración de los toros...
Escribe Martín Campos
Domingo 26 de noviembre, cuarta corrida del abono serial de la Feria del Señor de los Milagros.Tarde con brilló solar acogió a tres cuartos de entrada en la más que bicenteneraia Plaza de Acho donde se lidiaron reses anunciadas como del Puerto de San Lorenzo, desiguales y de juego variado sin destacar, salvo el cuarto. Hicieron el paseíllo los espadas Sebastián Castella, Ginés Marín y Jesús Enrique Colombo que tomaba alternativa.
Sebastián Castella, silencio y dos orejas.
Ginés Marín, silencio y silencio.
Jesús Enrique Colombo, palmas y silencio.
Mal esta vez el Juez de Plaza, haciéndosele costumbre echarse a la gente en contra. No debió dar pase al segundo astado, que si bien tuvo peso y seguramente edad, fue muy pobre de cara, pobrísimo. Era evidente que dejaba ver su visage l´enfant. Fuera del trapío para la que aún y pese a todo, algunos que ya vamos siendo pocos, consideramos plaza de primera a Acho. El trapío no es otra cosa que el conjunto de rasgos externos que nos suponen saber que estamos frente a la presencia de un toro.
Esta actitud de la autoridad propició ruidosa bronca en sol principalmente desde donde muchos voltearon de espaldas al ruedo en señal de disconformidad. Broncas y protestas siempre hubieron en Acho, tanto justificadas como montadas con mala huasa (grosería) muchas veces. La de esta tarde, sin duda en la línea de lo primero y esa reacción la empresa se la tiene que saber bancar y enmendar al momento de reseñar el ganado adecuado.
Jesús Enrique Colombo, el novillero sensación esta temporada y que puso a todo el mundo a hablar de él tanto por su seguidilla de triunfos en sus 36 novilladas obteniendo 64 orejas y 8 rabos como por el grave percance que sufriera en Valencia que le hizo cambiar planes para el doctorado que finalmente ha tomado aquí en Lima, ante una gran expectativa.
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Emotivo brindis al padre |
Vistió de blanco y oro para recibir los trastos como matador de toros de parte de Sebastián Castella y con Ginés Marín de notario, recibe a su primero, Linero, negro con 490 kgs., que es de la alternativa, con tres largas de rodillas cercanos a tablas, por mandiles lo lleva a los medios y lo coloca al caballo con vistoso recorte donde el manso recibe un puyazo del que se siente con lo que basta para cambiarse el tercio. En los medios el quite es por chicuelinas, se pone de rodillas y remata con una larga que encienden pese a que el toro deja notar sus defectos.
Le piden coja los palos, innecesariamente pensamos pues el toricantano sabido es que nunca deja de tomarlos. Muestra facultades sobresalientes con los garapullos, tal como le vimos nosotros en Cora Cora. Al entrar por el segundo trastabilla y cae quedando a merced con presagio de percance del que libra felizmente gracias al oportuno y diligente extraordinario quite del de plata Alonso Mamani que se lo ha quitado de la misma cara.
Tras el permiso al usía, busca a su padre para el emotivo brindis quien cogiendo la montera alza los dos brazos en señal de orgullo y agradecimiento a Lima y al Perú que acoge al apellido Colombo con singular afecto.
Sin embargo, pese a que todo en el flamante matador es voluntad y entrega, mostrando en cada muletazo la impronta de sus finas maneras como de torero cuajado. El oponente que tiene en frente suyo dice poco y quiere aguarle la fiesta pues tardea, es desentendido, mansea saliendo suelto y buscando el abrigo de la querencia. Lo lleva a los medios para torearlo con depurada técnica por derecha, se suceden los pasos por este pitón de uno en uno donde la emoción la pone el diestro más no el toro que se raja en todo instante y recorta su embestida sosa. Colombo en su afán de retenerlo casi se ha dado la vuelta al ruedo toreándolo como bien me apunta el colega Jorge Arancibia. Con lo apagado del toro solo consigue media estocada de la que dobla el manso. Palmas saliendo del burladero.
Con el que cerraba la tarde, Resistemucho, negro chorreado de 550 kgs., que tuvo condición de nobleza y que sin romper pues le falto ese toque necesario para transmitir, le ayudó ha mostrar en su buen oficio inusual por la precocidad del espada. No solo lo supo administrar sino que metiéndole en la flamula consiguió torearlo por ambos pitones a gusto alargando los muletazos que iban todos por bajo forzando mucho al toro que al final no hizo gala de su nombre pues se fue apagando pronto. Para terminar variado en los finales con luquecinas y depslante tirando la muleta. Se toma su tiempo para igualarlo colocando entera que no mata por lo que lo despacha con la cruceta. Palmas.
Sebastián Castella, de azur y azabache, estuvo muy dispuesto en esta su nueva presentación en Acho luego de su ausencia la temporada anterior. Es evidente que gusta de una Lima que también gusta de él. Tuvo mala suerte con su primero pues aparte de su escasa presencia por lo que se armó las de Kiko y Caco en la plaza que protestó mucho al burelajo, éste no tuvo nada que no sea cerrarse por el derecho con peligro. Aliñó el francés luego de castigarlo. Tras varios pinchazos hace por él. Silencio.
Al cuarto de nombre Vicioso, negro de capa con 550 kgs., que tuvo mucha clase, metía a abajo y acudía con prontitud pero se quedaba corto, el galo le supo hallar el sitio para torearlo a gusto, encajado y asentado en sus zapatillas. El recibo con el percal fue a por verónicas, lo cambia con solo dos pares luego de buen puyazo de Rojas. Tras brindarlo en los medios, inicia faena en ese terreno con dos cambiados muy ceñidos que emocionan y ponen play a la música. Tuvo son y transmisión el toro y eso aprovechó Castella para lograr tandas muy sentidas y jugándose el tipo con él. En cada muletazo hace crujir sus caderas y su expresión de cara al tendido manifiesta su regocijo. Con la faena lograda y meritoria coloca espada ligeramente de costado. Blandean los pañuelos en Acho y se le conceden dos orejas ante insistencia del público que el juez accede contagiado del entusiasmo.
Ginés Marín, de mercurio y azabache, pechó con el lote menos propicio. Como el año anterior que se dejó ver en Lima causando buena impresión, el ganado no le colaboró. El que se echó en tercer lugar, Chicharra, que es negro y con 536 kgs. es poco lo que pudo ofrecer que si bien salió con cierto brio, se apagó muy pronto, mostró sosería y desentendimiento en la muleta. Con el descabello pasó las de Caín pues no bajaba el morro. Silencio.
El quinto, segundo de su lote, Mitinero, de 580 kgs., negro de capa, fue un inválido que perdía las manos en todo momento. Imposible para torearse pues no tiene un pase. Opta por lo sano y abrevia con estocada muy tendida. Silencio. Para otra vez será pues Lima quiere ver al trunfador de madrid en toda su dimensión de torero bueno que es Marín.
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Fotos: Martín Campos
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