Tarde
entretenida donde la entrega del mayor de los Roca Rey se hizo manifiesta...
Escribe Martín
Campos
El
conocido adagio taurino que señala aquello que el sol es el mejor aficionado no
pudo ser más preciso esta tarde de la segunda corrida del abono de la Feria
del Señor de los Milagros. Pues estuvo presente y brilló sobre el coso rimense
que hoy albergó algo más de media entrada. Buen aficionado porque asistió y no
se anduvo de quisquilloso ni con exquisiteces, sabedor que con las escasas
cinco tardes que los limeños tenemos de toro en Acho, la cosa no está para
hacerse seguidor de Catón. Buen aficionado es el Sol pero no muchos de los que
bajo su tendido se agolpan tan solo para dar lata. Allí están los mismos de
siempre, aquellos que parecieran disfrutar con arruinar la tarde a los demás.
Es hora de ponerlos en evidencia y darles un paralé. Para qué queremos enemigos
afuera si los tenemos adentro mismo. Incomprensible.
Se
corrieron toros de La Viña y El Olivar, ambos hierros detentados
por don Aníbal Vásquez, serios, bien presentados, con el trapío apropiado para
nuestra plaza. Dieron variado juego aunque adolecieron ser justitos de fuerza
pues se apagaron pronto y más de uno fue débil de manos. Sobresalió dentro del
lote el sexto que tuvo calidad y acometividad. En frente de ellos se puso la
terna conformada por Fernando Roca Rey, que abrió plaza; el mexicano Joselito
Adame y el español Juan del Alamo.
Fernando
Roca Rey, palmas saludando en el tercio y oreja
Joselito
Adame, silenciada su actuación en sus dos toros.
Juan del
Alamo, silencio y oreja.
Fernando
Roca Rey, de celeste y oro, reapareció en Acho, poniendo toda la carne al
asador pues no se guardó nada y por el contrario expuso todas sus armas además
de torear bien a despecho de aquellos que le restaron merecimientos para ser
incluido en el serial limeño. Digamos que bajo sus conceptos, les tapó la boca.
Que el toreo también es entrega y honestidad y hoy el de casa mostró esas
virtudes para agradar y gustarse siendo además variado en su repertorio.
A su
primero, de La Viña, herrado con el número 634, el jabonero de nombre Jalapo,
con 557 Kgs. en pizarra, bien presentado y bonito de tipo, enmorrillado y
con cuajo, lo recibe a porta gayola en clara actitud de no querer pasar
inadvertido. Luego de salir de la puerta de la jaula, la cosa va por
chicuelinas muy ceñidas casi en los medios. Toma los palos y nos hace recordar
sus años zagales. El primero coloca arriba, el segundo es al encuentro y el
tercero pasando. Brinda al público que le retribuye con ovación. El inicio es
con pases cambiados luego de hacerse esperar el toro en su arrancada. Ya en los
medios los derechazos se suceden tocándolo, el toro acude y pasa pero sin
claridad ni bajar la cabeza. Adolece el jabonero de una chispa de codicia y no
transmite. Por naturales lo exprime el mayor de los Roca Rey con todo lo que
puede sacarle que ya a estas alturas va siendo cada vez más poco pues la res se
apaga, corta la embestida y protesta. Se revuelve y echa la cara arriba en
señal de defenderse. Va por la espada el diestro limeño y coloca espadazo hasta
la yema del que apaga sus luces de inmediato el norteño. Palmas que saluda
desde el tercio.
Con su
segundo, el que salió cuarto, de nombre General, negro mulato, es decir
mate que no tiene brillo, de 523 Kgs, con divisa de El Olivar se abre de capa a
por verónicas. Como las instrumenta andando las chicuelinas con las que lo pone
en el caballo se dicen galleando. El paso por la vara de Rojas solo es de
trámite. Siempre ganoso el matador va al quite que esta vez sorprende
ejecutándolo por zapopinas que remata rodilla a tierra con la larga cambiada y
la cordobina que barre los lomos del burel.
Para los
rehiletes ha pedido marinera y sin cambiar terrenos, el segundo sale soberbio
colocando por todo lo alto asomándose al balcón, el del cierre es al quiebre
saliendo desde tablas. Se ovaciona el tercio. Entre clamores es el brindis
nuevamente al público. Cita de lejos con las rodillas a tierra, acude el toro
pero recortando. Pierde las manos por ser justo de fuerzas. Lo entiende el
matador y le da aire. Toro para tocarlo entre sedas. Hay mucha voluntad y
entrega del peruano pero el toro tiene poco motor. Con la izquierda adquiere
mayor son al tocarlo por bajo, circular invertido antes de que vuelva a perder
las manos el toro que por su sosería empieza a impacientar a los reventadores
del 11 o 12 de sol. Bernardinas para preparar la muerte que llega con otra
estocada hasta la bola en toda la yema que se premia con oreja pedida
mayoritariamente por los tendidos salvo el intransigente 12 que le pita al
pasearla frente a ellos. Esta gente no debería ir a la plaza si nunca sale satisfecha.
Joselito
Adame que salió trajeado de ceniza y oro, se le vio diferente a lo que
dejó en anteriores ocasiones. Aunque no desentonando su toreo resultó anodino
por momentos, por otros intermitente donde lo más destacado fue el ceñirse con
el primero de su lote Coladito, otro jabonero de El Olivar que apagó
pronto esa alegría de salida y al que recibe por verónicas a compás
abierto. Recarga en el caballo de Angelo Caro que enmienda el puyazo que es
largo. En el llamado quite la cosa es por chicuelinas y un par de tafalleras.
Principia en el tendido nueve, acompasando la embestida y citando en corto.
Nueva serie por bajo con muletazos que encadena con cambio de manos. Por
naturales no hay acople y vuelve a por el derecho que es el pitón del toro y la
serie crece por ese lado. Olés y pedido de música que la banda le regala con
nombre de su paisano Silverio Pérez. Tras dos pinchazos coloca al tercer
intento.Silencio.
Con el
quinto de salida, segundo de su turno, llamado Músico, de la Viña,
negro listón con 503 kgs.,que sale con las manos por delante, tarda en fijarlo
en el recibo capotero.
Denis se
luce con los palos. Empieza doblándose con derechazos de tanteo. Sobre las
rayas le hace un extraño al rematar la segunda serie de derechazos de los que
sale mirando tablas. En los medios pierde las manos luego de los naturales.
Retomando la derecha le echa dos avisos previos al desarme que sufre por
colarse el toro. Cruzándose le arranca una serie por derceha. Se evidencia
alguna mala manera que adopta el pupilo. Descarado, el toro lleva peligro por
ambos pitones. Lidia con muletazos por bajo y de pitón a pitón. Pinchazo y lo
termina con el crucetazo. Silencio.
Juan del
Alamo, de sangre de toro y oro, no tuvo prácticamente oponente en el ensabanado
salido tercero, de nombre Fantasma, al que recibe por verónicas y
chicuelinas recortadas. Es bien citado al jamelgo que conduce el maestro Rafael
López. Cambiado con solo un puyazo lo intenta por delantales al quite pero son
deslucidos pues se le queda a medio camino el toro. Destaca Alonso Mamani,
Castorcito, en los palos. Tras brindarlo a una guapa del 6, inicia en tablas
para sacarlo luego a las rayas donde recibe un pisotón doliéndose. Pierde las
manos como sus hermanos en dos ocasiones. Sin transmisión, es reservón y se
cuela el toro. Opta por aliñar y tras pinchar lo envía al reino de Hades con
estocada muy caída. Silencio y pitos al toro en el arrastre.
La tarde
retoma vuelo con la salida del sexto, Forjador, un jabonero sucio, el que
mejor se movió de todo el encierro. Sale con violencia y remata en los
burladeros golpeándose el morro. Verónicas de Álamo que se jalean. Brindis al
respetable. Son los doblones rodilla a tierra que marcan el inicio con la
franela. Hay temple y se nota mando. Son de buena factura los derechazos que
despiertan olés rotundos. Suena la música. El toro acude con prontitud y con un
poco más de gas hubiera roto en toro para triunfo. Por ratos por sobre su
matador quien bien pudo extraerle algo más. Manoletinas son las del final
previas a la estocada que coloca entrando bien. Palmas en el arrastre para el
cornúpeta que casi no lo vio el público que en señal de escasa afición abandona
el tendido antes de que sea arrastrado el último y menos cuando la terna
abandona el coso. Tiempos actuales donde todo apremia y apura, hasta salir de
los toros.
En suma,
tarde entretenida de la que los buenos aficionados han salido gustosos conforme
se pudo recoger en las tertulias que se improvisan a la salida en los patios de
la plaza.
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Para
comentar en negativo la actitud de los miembros de seguridad que arremeten sin
ningún criterio contra los aficionados que pugnan por saludar y acercarse a los
diestros como si de huelguistas o vándalos se tratasen. Estos energúmenos no
consideran la presencia de gente mayor y de niños. Tampoco nadie les hace ver
quiénes son gente del toro. El domingo pasado se le impidió por un instante el
ingreso al patio de cuadrillas a Gómez Escorial apoderado-banderillero de
Joaquín Galdós y el anterior, al maestro Vicente Barrera. Aparte de todo ello,
también dificultan la labor de la prensa. Respetamos las funciones de todos y
comprendemos que su labor no es muy grata pero un mínimo de criterio no estaría
demás. El aficionado paga una entrada y acude a la plaza para disfrutar de su
espectáculo favorito no para recibir empujones y vejaciones ni pasar mal rato.
El mismo trato reciben los miembros de prensa que hacen una labor de difusión
la cual debe ser vista de colaboración y con agradecimiento.
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