martes, 17 de julio de 2018

ROCA REY Y EL JUBILO PAMPLONICO DE SAN FERMIN

Roca Rey, de su consolidación mundial y sus toreras maneras, a figura indiscutible del torero actual...

Escribe: Martín Campos

Luego de la apoteosis pamplónica vivida el pasado 13 de julio, con la despedida por todo lo alto de un héroe de la tauromaquia cuya gesta sublimina la condición humana haciéndola tan real pero al mismo tiempo distante para cualquier común mortal, y junto a él, aquel otro fulgurante integrante del parnaso. Ese otro que entró al Olimpo no para ser comparsa sino para sentarse en el mismo trono de Zeus y mandar como ya lo hace en esto del toro. 

Luego de este júbilo épico, digo según lo leo, que toda la crítica mundial ya no solo se rinde y queda de común acuerdo ante el portento peruano; que aficionados de aquí y de allá, los pocos que aún le mezquinaban virtudes─ terminen deglutiendo sus palabras otrora mezquinas y llenas de deméritos con las que minimizaban o reducían tan solo al valor espartano, que siempre en la denigra, solo lo referían como temerario.

Roca Rey es roca ígnea y rey de todo esto. Marcó una distancia ya prácticamente inalcanzable. Como se dice taurinamente, se ha puesto al lado de los dioses como uno más de aquellos o incluso como ya dijimos, por encima de todos.

Pero también complace la admiración que sus maneras y gestos personales despierta en general. Los comentaristas y cronistas más reconocidos han hecho hincapié en esa cortesía tan torera cuando cedió su lugar de triunfo para que Juan José, el Pirata épico, reciba el justo y merecido arropo de las multitudes, gesto que el Ciclón de Jérez, tan caballero como su joven testigo, agradeció y apenas pudo volvió a tomar la mano del peruano para dar cuenta ante el gentío de la Misericordia a quién dejaba en su lugar.

Todos se preguntan de dónde esas maneras tan refinadas, elegantes, educadas y toreras del joven maestro limeño. Simple, contesto a quien lo pregunte: no es cosa de orígenes mesocráticos tan solamente, es producto de una formación de hogar, de cultivo de la educación y de la personalidad innata de nuestra figura cuya sobriedad y madurez lo han mostrado desde siempre.

Andrés Roca Rey, orgullo nuestro.


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