Escribe: Martín Campos
Tras un período de inactividad taurina extendido por
casi nueve años en la capital de Cajamarca, Perú, vuelven los toros a la ciudad
incaica otrora sede de aposento real del último emperador inca. Esto luego de
darse a conocer oficialmente la feria en honor del Corpus Christi a realizarse los días 22 y 23 de junio.
Según lo ha manifestado el presidente de la comisión
organizadora de la Feria Taurina de
Cajamarca, Alvaro Araujo Alcalde, su gestión asume el propósito de devolver a
la capital de esta región tan emblemáticamente taurina, su fiesta y feria como
también consecuentemente dotarla del impulso turístico y comercial que aquella
originará.
En virtud de ello, se anunciaron la relación de
matadores que se harán presentes, habiendo encontrado buena receptividad por
parte del aficionado cajamarquino para con los siguientes: los colombianos Cristóbal Pardo y Luis Miguel Castrillón; el español Oliva Soto, el venezolano Fabio
Castañeda y los peruanos Juan Carlos
Cubas y César Bazán El Yeta.
Se lidiarán toros de los hierros de Vista Alegre y El Laurel ambos propiedad de la familia Amorín, en la plaza de toros portátil El Rodeo, la cual alberga
un aforo de cinco mil localidades y será instalada en la explanada adyacente al
coliseo Cápac Ñan.
Para dicho efecto se ha contado con la anuencia y
autorización del alcalde provincial, don Andrés
Villar Narro, quien superando todo cálculo político ha hecho prevalecer la
arraigada identidad taurina de la ciudad, la misma que se quebrantó en el
pasado por razones de orden político ante una agresiva arremetida de grupos si
bien minúsculos pero muy beligerantes de antitaurinos, como ─hay que señalarlo
también─ por las malas organizaciones que en su momento contribuyeron a
desanimar al aficionado local.
La celebración de las tradicionales fiestas religiosas
en honor a las advocaciones patronales, marianas o santorales en Cajamarca,
como en todo el Perú, congregan en torno suyo no solo a la ferviente población
devota sino que turísticamente también se constituye en atractivo importante
para foráneos. Particularmente la festividad del Corpus Christi de modo alguno no resulta una excepción, por el
contrario, suele representarse con absoluta importancia y solemnidad. Para ello,
se pone en marcha toda una especie de sinergia colectiva que congrega tanto a
las autoridades eclesiásticas, políticas y civiles con el pueblo mismo
representado por asociaciones y connotados vecinos, a fin de realizar y llevar a
cabo exitosamente estas festividades que le imprimen un carácter de fiesta
regional, religiosa, costumbrista, comercial y, por supuesto, taurina.
Los festejos taurinos se desarrollaban en la antigua
plaza de toros del barrio de Chontapaccha que presenta un aspecto ruinoso
en la actualidad, lastimosamente. Situación que contradictoriamente al
arraigado gusto por la fiesta de los toros en la ciudad, por diversos factores
de desidia política y malas gestiones anteriores, poco a poco desmotivaron al
poblador local muy a diferencia de lo que por el contrario se desarrollaba más
bien en las otras provincias de la región, como Chota, Cutervo y Celendín,
siendo el caso que el citadino cajamarquino encontraba mayor interés ─motivado
por los cada vez más atractivos carteles anunciados en estas últimas─ que en su
propia ciudad.
Caracterizado por la solemnidad de su rito y fervor
religioso, el multicolor de sus estampas costumbristas, la actividad comercial
y como ya mencionamos, el remate de todo ello con las tardes taurinas, todo esta
expresión socio-cultural define la identidad antropológica de la ciudad por
estas fechas.
Motivo más que suficiente para visitar esta ciudad el
fin de semana del 22 y 23 de este mes y disfrutar de sus festividades.
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