martes, 21 de marzo de 2017

FALLAS CONMEMORA A MANOLO MONTOLIU

La feria de Fallas en Valencia se ha dado este año como homenaje a uno de sus toreros más preclaros, recordando los 25 años de su muerte ocurrida en Sevilla. A propósito de ello, reproducimos parte de este artículo sobre Manolo Montoliu.

Montoliu y Soto Vargas, las últimas víctimas

Por Pedro Javier Cáceres (*)

Hacía sesenta y dos años que, afortunadamente, no moría un torero en la plaza sevillana. pero la buena racha se quiebra y el fatalismo coincidente se hace ley con Manolo Montoliu y rompe moldes fetichistas con Ramón Soto Vargas. Desde 1930 se habían producido doce percances mortales en el coso del Baratillo, el 13 estaba en el destino de Manolo Montoliu, siendo de todos ellos el cuarto en lo que a banderilleros se refiere, y ¡oh! casualidad, todos se llamaban Manuel.

Como una testaruda contradicción, cruel si se quiere, sin piedad, la muerte es consustancial a la Fiesta. Todas las tardes de toros los del chispeante tienen cita con la muerte...y con la gloria, pero las mínimas miserias de aquella dan grandeza de esta; pues la verdad auténtica de este juego radica ahí: en ese ballet escénico de movimientos sincronizados y héroes envueltos en sedas chispeantes se encierra la verdad más absoluta.

Cada representación es distinta en el juego de la gloria y la muerte, porque aquí, en el toro, en la Fiesta, se muere de verdad. Es la muerte y los héroes que se cobra de vez en cuando lo que sustenta la autenticidad, la gloria, de este maravilloso arte. Y no solo eso, sino que la muerte en la Fiesta equilibra, en su condición de "héroe" sacrificado por la causa, rindiendo justicia póstuma, desigualdades de escalafón y vitola.

Si el toro es el que pone a cada uno en su sitio, la de la guadaña, cuando llega, les pone por igual en su pedestal privilegiado de torero.

Tercio de luto

El clarín negro abrió un girón de llanto en el aire de la Maestranza. Y Manolo Montoliu se murió para siempre...
El primer domingo de mayo de 1992, si nada estremecedor hubiera ocurrido, a la primera página de los espacios reservados para la información taurina hubiera acudido el elenco de triunfadores de un domingo de toros en España. En la semana que separa las dos grandes ferias del año taurino, Abril en Sevilla y San Isidro en Madrid, si la tragedia no se hubiera citado con la primavera, el mundo taurino sería un hervidero de cábalas y presagios.

Pero resulta que ocurrió algo estremecedor, trágico y fatal...había muerto un torero en la plaza...nada menos que en la Maestranza.

José Manuel Calvo Belinchón Montoliu dejaba su vida en las astas del toro "Cabatisto", de 598 kgs. de peso, de la ganadería de Atanasio Fernández,
Era el primero de la tarde, de una tarde que se esperaba como la mejor corrida de la feria sevillana. Con su jefe de filas, alternaban otros dos "manchurrianos", Niño de la Capea y José Ortega Cano.
Un hachazo brutal y certero le partió el alma cuando se disponía a salir de la cara del toro en el primer para de banderillas.

Exitus letalis

El parte médico sentenciaba la facilidad del percance: "Herida de necesidad mortal...inciso contusa en la base y cara interna del tórax derecho, rompe el pericardio atravesando el ventrículo derecho del corazón y la aurícula izquierda, rompiendo el lóbulo superior del pulmón izquierdo y llegando hasta la base izquierda del cuello. Ingresó prácticamente cadáver , sin reflejos, sin respiración. Inmediatamente se procedió a abrir el tórax, a realizar maniobras de resucitación sin ningún resultado a favor del paciente..."
Se ha producido en el toreo el "exitus letalis" (**)

El mortal percance ocurrió en terrenos de sol y en el primer toro y en el primer par de banderillas, a la derecha de toriles, lugar donde raramente se banderillean los toros en Sevilla. Si acaso, solo los mansos. este se había ido muy suelto a la querencia de chiqueros después de no haberse dejado picar por Alfonso Barroso.
Eran, aproximadamente, las siete menos cuarto de la tarde. Montoliu que vestía oro viejo y azabache, ganó con arrogancia la cara del toro yéndose por el pitón derecho, pero el de Atanasio esperó y no ayudó en nada. Sin embargo, el torero cuadró y sacó los brazos con intención de dejar el par prendido en lo alto. Cuando lo hacía, el toro le desequilibró derrotando por el pitón derecho, para inmediatamente asestar otro derrote por el pitón izquierdo.  
El toro, apretando a  los adentros, hizo por él, lo tomó por el abdomen y lo encunó durante instantes que parecieron interminables en el violento zarandeo.
Las cuadrillas llegaron veloces al quite, pero era tarde. En el albero, retirado Montoliu, quedó un reguero de sangre. El pitón izquierdo estaba ensangrentado hasta la cepa. En los brazos de sus compañeros, el cuerpo del torero valenciano estaba inerte y una impresión de cogida mortal empezó a cundir en los tendidos. 

Como suele ser, prosiguió el festejo. Incluso el Niño de la Capea lidió el segundo toro. Pero los gestos de dolor de quienes se habían acercado a la enfermería parecían confirmar los negros presagios. lo primero que dijo don Ramón Villa es que "el toro le ha abierto el corazón como un libro". 
Tras el arrastre del segundo toro, el juez y las ternas acordaron suspender el festejo, anunciándose a los espectadores del fatal desenlace a través de una pizarra que recorrió el callejón. El público prorrumpió en ovaciones de homenaje póstumo al torero.

Derrote mortal que le propina el toro Cabatisto
Montoliu nació en Valencia el 5 de enero de 1954. Al principio se anunciaba como Manolo Belinchón para en seguida adoptar el segundo apellido de su padre. "Porque no sólo es más taurino sino que es un homenaje a mi padre". Su padre fue un famoso picador que en las décadas de los cincuenta y sesentas actuó bajo órdenes de las primeras figuras del toreo.  

Su primer matador fue El Soro, luego Paco Ojeda. A partir de ahí llegaría una popularidad que se elevaría a niveles extraordinarios. Más tarde se labra un gran prestigio con Antoñete y Víctor Méndez. Tanto así que decide tomar la alternativa y comenzar un camino como matador de toros. Siendo recibida su decisión con mucho cariño por el mundo del toro. El doctorado se celebra en Castrillón, el 2 de marzo de 1986, con Julio Robles de padrino y testificando la figura indiscutible del momento, Espartaco. (Robles trasunta la sombra del coincidente fatalismo cuando más tarde sabría del amargor de la tragedia, un también día 13).

Tras un paso digno, toreó en Madrid, Sevilla, Valencia, Nimes, y otras. La falta de suerte le hizo desistir volviendo a sus orígenes. Su segunda etapa como de plata es a las órdenes de nuevo con Antoñete, luego con El Litri y volviendo con El Soro, antes de llegar a torear con Manzanares, a cuyas órdenes actuaba la luctuosa tarde.

Fue el sucesor de los grandes banderilleros valencianos, un digno heredero de los David, Blanquet, Alpargaterito, y teniendo como maestro a Honrubia.

Monumento en la plaza de la calle Xativa

(*)   Crítico taurino español, periodista de radio y televisión.
(**) En medicina legal, se usa para significar que la enfermedad ha desembocado hacia la muerte.

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