lunes, 30 de octubre de 2017

NOVILLADA INAUGURAL DE LA FERIA SE ECHA A PERDER POR EL GANADO


sin tela para cortar es imposible por más ganas que se le ponga sumado al poco oficio de los que empiezan...

Escribe Martín Campos

Con  casi  cuarto de entrada se dio la novillada que marca el inicio de la Feria del Señor de los Milagros, la tarde de ayer domingo en la Plaza de Acho  con la presencia del español  Angel Sánchez, el mexicano Román Martínez y el peruano Carlos Cabello ante novillos de la ganadería de La Centinela desiguales,  aquerenciados, mansurrones, muy complicados faltos de casta como de presencia para Acho, salvo el quinto y sexto. Ni para decir que fue dura la novillada pues si acaso, ésta debió tener algo que dar y lo que dio solo fue mansedumbre y peligro sordo. Quizás requerían ser tocados en su abrigo y  eso no fue entendido por los noveles.

Para destacar antes de entrar en la reseña de la actuación de los toreros, la presencia en la plaza del maestro valenciano y último Torero de Lima, Vicente Barrera que estuvo en el callejón y fue muy saludado por los que lo vieron, muestra más de que el título que ostenta en nuestra ciudad es indiscutible por la afición peruana.



Angel Sánchez, de rosa y oro, ha estado por encima de su lote. Al primero que abrió plaza de nombre “Marquéz” que sale suelto y desentendido, a base de dominarlo con mando y oficio le inicia la faena mostrando maneras de ser torero placeado. Con poder, pudo extraerle lo que el novillo casi no tenía. Enterado desde la víspera que se lo quiere ver en Lima, echa todas las ganas pero su esfuerzo no encuentra correspondencia en un manso  y deslucido oponente.  El utrero aparte de incierto se desentiende y rehúye toda pelea en signo de mansedumbre. Va por la espada y coloca pasada,  lo termina con el crucetazo. Saludo.

En su segundo que estuvo más en tipo de toro, al recibirlo con la capa casi pierde el paso. El quite es por verónicas que remata con la revolera. Se luce el banderillero Diaz con los pares. Tras un inicio en el tercio rodilla en tierra, son los muletazos lentos y con sabor. El morito tiene mejor condición que sus hermanos y le permite mostrarse más al colmenarejo que deja oír la música. En los medios hace gala de mejor oficio que hace notar su mayor recorrido. Hay una buena serie de muletazos que marcan la diferencia. Decae el asomo de intensidad que hubo al comienzo al terminar aplomada la res. Un pinchazo hondo y estocada ligeramente desprendida dan cuenta del bicho.


Román Martínez, vestido de habano y oro, estuvo en novillero hasta donde se produjo el percance de ser arrollado por el novillo y haber quedado conmocionado en el suelo a merced del astado.  El utrero  que salió segundo de nombre “Dormilón”  mansea y dificulta.  Coge los palos y coloca un buen primer par dejándose ver. Al segundo entra de dentro por fuera y es cogido sin consecuencias. Enrazado el torero va por el par restante que pone al violín. El público reconoce su entrega y está con él.  Brinda en los medios lanzando la montera al aire dos veces intentando que ésta caiga del modo que dictan las cábalas.  Gesto que no corresponde en Acho por lo que se protesta. Trata de llevárselo a los medios pero resulta casi imposible. El utrero acusa rajarse y buscar el abrigo de las tablas. En sus terrenos pases sueltos que no dicen nada, le echa la cara arriba y solo se defiende. Manso descastado imposible.  Pega dos gañafones que lo desarman. Aquerenciado el utrero le avisa en dos ocasiones pues viene vencido por el derecho.  Pretende compensar la dificultad el torero con alardes y desplantes de rodillas lo cual el público protesta, pegado a tablas muletazos dejándolo pasar que remata con el de pecho a duras penas. Pinchazo , estocada y descabello tras aviso y varios intentos terminan con el marrajito.

En su segundo que salió en quinto lugar, el más hecho del encierro, en tipo de toro y que remató los burladeros de salida y metió en la monta de Yaco al que terminó derribando, siempre en actitud de novillero consciente del ruedo donde actuaba y ante la movilidad que mostraba el novillo le instrumenta en el llamado quite las siempre vistosas zapopinas, logra la primera y cuando pretendía repetir queda muy cruzado y el animal se lo lleva de encuentro pasándolo por encima como un papel. Fortísimo golpe recibe el torero mexicano del que se conmociona y no reacciona. Momentos de angustia al verlo inerte en la arena. Llevado a la enfermería no volvería a salir, fue conducido a una clínica local para realizarle exámenes de rigor. Angel Sánchez por ser el más antiguo se hace cargo de lo que resta. Antes se desmonteraron David Zorrilla y Denis Castillo tras ejecutar buenos pares cada uno. En el último tercio el burelito se descompuso, decayó mucho y terminó parado lo cual no fue óbice para que Sánchez siguiera mostrando su buen oficio y dejando claro lo suyo. Si se le notó placeado y solvente con las telas, su talón de Aquiles fue con el acero. Marra nuevamente y luego de pinchar arriba, deja un pinchazo hondo que no basta por lo que coge el descabello un par de veces.


El peruano Carlos Cabello, de pavo y oro, llegaba con mucha ilusión a su cita en la primera plaza del país. Decisión la tuvo y como sus compañeros mostró raza de novillero, esa avidez y actitud que se reclama a quien pretende algo en esto. Pero es evidente que con solo intenciones no alcanza. Patentizó el nacional la realidad que enfrentan los toreros nacionales, el poco bagaje y recorrido por una falta de oportunidades en su propio país. Con apenas tres paseíllos previos en plazas formales como son Celendín, Chota y Cutervo es claro que llegaría a Lima con el sino de menos placeado que sus alternantes. No obstante, para resaltar como ya dijimos, su actitud.

Con el que salió tercero “Pauqueño” que fue muy complicado, dificultó en todo momento estar con él. Prácticamente no permitió oportunidad de hacerle algo bueno tanto al novillero como a la peonería que pasó apuros excediendo los capotazos que fueron interminables. Brindis emotivo a su progenitor. El primero se lo pasa con un desdén a media altura, si le bajaba la mano lo componía. Intentos por meterlo en muleta pero sale suelto e indiferente. Pases sueltos y una trincherilla. Se descubre en uno y es levantado aparatosamente. Vuelve a la cara del utrero que se la echa arriba en cada pase y se defiende con descaro. No hay mando y el novillo que ya le ganó el paso hace por él.  Media estocada y es arrollado por la res cayendo en la cara misma felizmente sin que lo busque. Palmas. Otro que pasa a la enfermería, luego nos enteramos que rompió ligamentos de la rodilla izquierda.



Visiblemente adolorido y con vendaje en la rodilla sale para hacerle frente al que cerraba tarde, otro desentendido, manso y reservón que tardeaba por lo que no tuvo más remedio que cederle a la cuadrilla el ocuparse del último pupilo de La Centinela, hierro que por segundo año pega el petardo en Acho y que poco favor le ha hecho a un torero nacional que, como todos, se ilusiona con debutar en la primera plaza y feria más importante del país. Acusando notoria molestia por las palizas recibidas y ante la impotencia de no tener tela con qué cortar, aliña y coloca tremendo espadazo en toda la yema. Entendedor de los apuros y predisposición del de casa el público lo despide entre palmas.

Comentario a modo de  pie de página diremos que una cosa es ser exigentes con matadores de toros cuajados que cumpliendo con la etapa previa de pasar por el escalafón menor y dar el paso siguiente luego de alternativarse, resulta distinto cuando se trata de novilleros, que si bien es cierto deben estarlo siempre mostrando actitud y esas ganas por comer todo, lo cierto que con el tipo de ganado como el soltado ayer ni aquí ni en ninguna parte podría ser posible. Nadie pretende que un torero se lleve el percance, el toreo no es eso, sino arte excelso donde la conjunción del binomio hombre-animal lo hace posible. Si falta esa sinergia en uno de ellos todo intento carece de existencia. 











Torero de Lima

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Fotos: Martín Campos

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© Bocaderiego ∕ 2017 



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