gran acogida tuvo la terna internacional para la primera de la feria en honor al Señor de Ánimas de Conchuillca...
Escribe Martín Campos
Martes 1ero de agosto. Con
cielo parcialmente despejado se dio inicio a la corrida de toros, primera del
serial, de la Feria de Chalhuanca, con plaza colmada de asistentes en sus tendidos y cerros aledaños, ante ganado de La
Centinela, desiguales, variados en juego, noble el echado en tercer lugar; y de
Santa Rosa, de cuyo lote sobresalió el sexto que cerró tarde mientras que el
que hizo 2do. no contribuyó, manseó y se defendió mucho.
Nuno Casquinha : silencio y dos orejas
Sergio Ferrer : silencio y silencio
Franco Salcedo : vuelta al ruedo merecida
Los oferentes, donadores de cada una de las reses, son
los que las bautizan y sus nombres, muy singulares, como es costumbre vista en
los diversos pueblos andinos, son así anunciados por el locutor del festejo
megáfono en mano. De igual forma al ser éstos apuntillados, previo al saludo o
reconocimiento del diestro en turno, saltan al ruedo para dar una comparsa
festiva de la cual invitan o saludan al matador arropándolo de afecto, para
luego concluir, con botella en mano, challar con cerveza a las reses muertas
como rito simbólico de pago a la pachamama, la madre tierra, según la ancestral
cosmovisión andina.
Nuno Casquinha en cada presentación es un derroche de
entrega dejando ver su toreo profundo y mandón. Ha sido en su segundo toro, uno
muy noble, con clase y que acudía, donde el lusitano ha desplegado esa torería
que lo lleva cada tarde a merecer el reconocimiento general. Con la pañosa
estuvo mandón, toreándolo con temple y en redondo. Todo hecho con despaciosidad
y hasta para darse el gusto de hincarse de rodillas para los molinetes,
llevarlo a los medios y sacando pases por ambos pitones de muy buena factura
aprovechando el buen son del toro. A una mano, lo ha sujetado con mucho oficio
cuando el morito acusó irse a tablas, derechazos en redondo, remate por el de
pecho y la música que suena estentórea alegrando aún más los tendidos de donde
con olés bullidores se acompaña la faena así construida. Espada de buena
ejecución que le permite desorejar al noble toro.
Foto: archivo D.R. |
En su segundo tocado en suerte muy poco por destacar
donde no hubo acople por la poca colaboración del toro de Santa Rosa.
Franco Salcedo es un joven espada al que hay que tener en
cuenta y comenzar a ver pues no va defraudar, no solo por la decisión y entrega
que pone en cada compromiso de los pocos que ya se le han visto sino por sus
buenas maneras, de su concepto artístico y arrojo porque valor sobrado también
muestra entre sus argumentos.
A su primero, de La Centinela, de malas hechuras, basto y
gazapón lo recibe de pies juntos abriéndose de capa a por verónicas donde el
toro ya de inicio le apretaba por adentros. En su labor con la muleta lo lleva
sometido por el derecho y lo aprovecha más con pases muy ceñidos. Está en
torero el diestro hijo de "la sucursal del cielo". La cosa suena diferente por el
izquierdo pues acentúa sus complicaciones el morito, es descompuesto y pega
derrotes tanto así que en uno le asesta el hachazo metiéndole el pitón por la
barriga desgajándole la taleguilla por arriba de la cruz, sin mayores
consecuencias felizmente, todo lo cual no amilanó a Salcedo que por el
contrario encimándose se echa a torear siempre decidido tocándolo por los
costados en cada muletazo enrazado despertando el agradecimiento del gentío que
reconoce la labor y entrega del diestro. Estocada tendida al primer encuentro y
mejor colocado el segundo espadazo del cual cae el pupilo de Tizón y Velarde.
Vuelta al ruedo entre clamores.
Al que cerraba tarde, un burraco de Santa Rosa, de buen
tranco tuvo fijeza y le permitió redituar lo hecho anteriormente, toreándolo a
gusto por ambos pitones aprovechando la movilidad del toro y teniendo al
público nuevamente consigo, no le pudo tocar pelo por fallar con el acero. Dos
pinchazos y a saludar.
El valenciano Sergio Ferrer pechó con el peor lote del
sorteo. Prácticamente pasó inédito pese a su predisposición por mostrarse y
agradar. Para otra vez será.
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