viernes, 9 de diciembre de 2016

EXITOSO FESTIVAL TAURINO CHOTA 2016

Balance positivo con utilidades de S/. 90,000 dejó festejo pro construcción de la nueva catedral de Chota...


Escribe Monseñor
Ricardo Coronado Arrascue (*)

El año pasado por estas fechas, no se nos había ocurrido la idea de organizar un festival taurino en «El Vizcaíno». No había precedentes para tal evento, y tampoco quizá una motivación clara. Hoy, sin embargo, la  motivación está a la vista: cualquiera que sin distracciones pasea la mirada por la Plaza de Armas de Chota nota un gran vacío. Falta la iglesia. ¿Por qué? Porque la que había, que databa de 1912, estaba a punto de colapsar. Además Chota, como Sede Episcopal, exige una Catedral. Nunca antes la había tenido. La que se usaba como tal no tenía la seguridad ni menos las características para cumplir con ese propósito.
La idea de un festival benéfico surgió en la barrera de la misma plaza de toros en donde se discutía el merecimiento del escapulario y demás trofeos para los que actuaban en la feria de “San Juan Bautista”. La idea, propuesta por el aficionado Orlando Vallejos Díaz, realmente fue tomada con escepticismo, con pesimismo. Pero la sugerencia, por su sagacidad, no dejaba de resonar con insistencia cada vez más convincente. Una vez expuesta la idea a uno de los ganaderos notables que participaban a la sazón, don Aníbal Vásquez Nacarino, de Paiján, el itinerario emprendido ya no tenía retorno: «piedra y palabra suelta no tienen vuelta». Ahora sólo había que poner fecha y ponerse a trabajar y, sobre todo, convencer a muchos.
Había varias fechas posibles: la primera que era casi obvia, después de la feria taurina y chotana por antonomasia, era el 8 de diciembre, día de la Patrona, la Inmaculada Concepción. Pero bien sabía que hallaría una resistencia de la que yo mismo era parte: La Virgen en Chota nunca ha querido más que sus novenas, la devoción y el amor de su pueblo… y además los obispos nunca vieron con benevolencia que se pusieran añadidos de ningún tipo a esta solemnidad. ¿Qué fecha proponer entonces? El primero de noviembre. Y razones sobran; pero hay tres indiscutibles. El primero de noviembre el P. Juan Ramírez, fundaba Chota en 1552. Además, «Todos los Santos» ha sido el título de la Parroquia de Chota desde tiempos inmemoriales y será el título de la Catedral que se está erigiendo. Por otro lado, es feriado, no hay conflicto con las celebraciones en Acho y los taurinos que pueden acudirían sin grandes esfuerzos.


Quedaba, no obstante, trabajo por hacer: necesitábamos antes que nada el fundamento de la fiesta, los toros, novillos en este caso. El primero en ofrecer con gran generosidad un novillo fue el ya mencionado don Aníbal. Y sin dudar se sumaron don Jorge Villacorta Díaz, cuyos apellidos tienen prosapia y contenido histórico chotanos. No menos pronta y generosa fue la respuesta de don Hernán Vásquez de Cajamarca. Ellos eligieron para la compra de sus novillos la ganadería de su preferencia, Paiján. Sabemos, no obstante, que hay otras prestigiosas ganaderías en el Perú. Se acudió a varias de ellas y hallamos la respuesta magnánima de los ganaderos Manuel y Orlando Sánchez Paredes. Sus divisas ondearán en sendos ejemplares. Con la ansiedad del correr del tiempo era hora de presentar un cartel atractivo, y el primero en ofrecer su participación fue don Emilio Serna, ya conocido en las plazas del Perú; pero no sólo nos ofreció torear; su amigo, don Rissell A. Parra Céspedes, nos donó uno y luego otro, finalmente: ¡dos ejemplares!
Inesperadamente don César Azabache Soto, de España, apoderado de notables diestros se puso en comunicación. Ofrecía los toreros que hicieran falta y optamos por dos con fama y carisma reconocidos en nuestro coso y otros vecinos: Salvador Cortés y Oliva Soto. Salvador Cortés no pudo venir y con la mayor voluntad lo sustituyó el venezolano, Fabio Castañeda,  a ellos se añade el nacional César Bazán, el Yeta.
El principal objetivo es recaudar fondos para la Catedral. Personas con una cultura ilustrada advierten el significado de este proyecto. Una catedral es la edificación más importante de una ciudad. A su sombra se consolida el carácter de una sociedad: Cracovia y la Catedral Wawel, Roma y San Juan de Letrán, Colonia y la catedral de san Pedro, Moscú y San Basilio, y un número enorme de ejemplos testimonian el significado histórico, arquitectónico, cultural –por supuesto– litúrgico y teológico de una edificación de ese carácter. Asociar el esfuerzo personal en este propósito es entrar de un salto en los anales de la historia.
Pero se podía seguir soñando ¿se podían añadir otros objetivos aunque fueran menos grandiosos? Claro, porque también son nobles. Promover la tauromaquia y las figuras nacionales, se nos antojaron como muy legítimos. Sabemos que estamos en un tiempo en que la post-modernidad en el sentido más peyorativo del término, sólo conoce los términos de diversión, utilitarismo, placer, etc. como los que pueden dar significado y validez a una actividad. Sacrificio, drama, valor, integridad son términos que escasean en el vocabulario común. A esto se añade la convicción de que lo legal es lo moral. Es decir, vía legislativa se dicta la nueva moral de consensos. Los católicos creemos que quien define el bien y el mal es Dios. Nos dice a quién o qué debemos amar, adorar, servir... En las determinaciones más importantes de la vida, en nuestro devenir existencial, el Estado no puede imponernos principios morales; ni definir quién es o no nuestra familia, qué estado de vida elegir...  Pero ahora pareciera que se reclama desde los sectores menos sospechados que el Estado totalitariamente nos diga qué es moral y que nos defina la vida. Pareciera que los toros se convierten en ese reducto de libertad en donde el drama de la vida y la muerte, no produce placer, pero sí impresión estética. Es una confrontación tan grande con la realidad existencial del peligro, dolor, muerte, que en la mente modernista y relativista no halla dónde ubicarlos y se responde con la prohibición.
Pero había más: Chota hasta ahora ha contemplado a figuras y ganaderías consolidadas. ¿Podría convertirse en un lugar donde se promoviera a las figuras emergentes también? Un festival es el espacio ideal: matadores cuajados junto a los que empiezan con sus esfuerzos era la respuesta más adecuada. Y surgieron los nombres de Luis López, que da ya pasos muy firmes, Carlos Cabellos, para quien sus sueños empiezan a ser más palpables y la recientísima y joven figura de Nicolás Vásquez de las Casas.
¿No era para entusiasmarse? En los pueblos de nuestra sierra los toros son por siglos parte integrante de su identidad. Lo demuestra los más de 700 festejos taurinos que se celebran al compás del calendario litúrgico. Chota es un ejemplo más que insigne de esta realidad. ¿No era para celebrar? Catedral, Plaza el Vizcaíno, Todos los Santos, Fundación; cada uno motivo suficiente para arrobar el ánimo en un gran festejo que no sólo legitima el entusiasmo, sino que ofrece un espacio de afirmación valiente para expresar nuestro estilo de ser peruano, cristiano y solidario, al estilo de Chota.                                                                                                                                                                                                     


(*) Vicario Judicial en Colorado Springs, Colorado, USA

1 comentario:

  1. Muchas gracias estimado Monseñor por su colaboración en este portal y felicitaciones por su exitosa y altruista labor.

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